viernes, 25 de junio de 2010

Acerca de nuestros estudiantes de 5º año

La antigua escuela de los pitagóricos afirmaba que el modelo para la creación del universo estaba basado en el uso de las proporciones musicales. Según esta doctrina, los cuerpos celestes producían sonidos que al combinarse formaban la llamada música de las esferas. Las esferas más cercanas daban tonos graves, mientras que las más alejadas daban tonos agudos. Todos estos sonidos se combinaban en una hermosa melodía que “musicalizaba” el universo entero. Cuando les preguntaban a los pitagóricos por qué los hombres no podían oír esta música de las esferas celestes, la respuesta era sencilla: la oyen todo el tiempo, y por eso no la escuchan. Esta respuesta, paradójica como suelen ser las respuestas filosóficas, no dice algo tan extraño como puede parecer: Las personas percibimos fácilmente las novedades, los cambios, pero perdemos fácilmente de vista (o de oído) aquello que es parte de nuestra cotidianidad, de la vida de todos los días. Cuando las personas se acostumbran a ver algo siempre, entonces dejan de verlo, como nos pasa a todos con la punta de nuestra nariz.


Por eso quiero aprovechar ahora, a una semana de haber ingresado a la escuela, cuando aún no me acostumbro a la “música” del Scholem Aleijem, para poner por escrito mis primeras impresiones. Salí muy contenta de mi primera clase con quinto año, al encontrarme con jóvenes formados en el arte de preguntar y repreguntar, con genuinas inquietudes filosóficas y la capacidad de tramitar discursivamente esas inquietudes. Como profesora les agradezco a los estudiantes el haberme recibido tan cálidamente, y me agrada el clima de orden que reina en el aula, no por imposición o estricta disciplina, sino porque es el estado espontaneo que brota de un curso abocado a la tarea de pensar y producir conocimiento. Como filósofa, me entusiasma el potencial crítico y creativo que encontré en el aula, siendo jóvenes no sólo intelectualmente formados (recuerdo que cuando yo era estudiante de 5º año nadie sabía en mi curso quién era Hobbes, Freud, o Rousseau…) sino, por sobre todas las cosas, comprometidos y libres al momento de pensar.


Espero ansiosa el próximo encuentro para que juntos nos miremos la punta de la nariz, o para volver a oír la música de las esferas pitagóricas. Ésta es sin dudas la tarea que nos propone la filosofía: volver a pensar aquellas cosas que, por “naturales”, obvias o cotidianas, dejamos de pensar y simplemente aceptamos. Que mejor modo para empezar a pensar filosóficamente en la escuela que pensar filosóficamente a la escuela.

Muchas Gracias por la bienvenida!!

Daniela Danelinck
Profesora de Filosofía