Por eso quiero aprovechar ahora, a una semana de haber ingresado a la escuela, cuando aún no me acostumbro a la “música” del Scholem Aleijem, para poner por escrito mis primeras impresiones. Salí muy contenta de mi primera clase con quinto año, al encontrarme con jóvenes formados en el arte de preguntar y repreguntar, con genuinas inquietudes filosóficas y la capacidad de tramitar discursivamente esas inquietudes. Como profesora les agradezco a los estudiantes el haberme recibido tan cálidamente, y me agrada el clima de orden que reina en el aula, no por imposición o estricta disciplina, sino porque es el estado espontaneo que brota de un curso abocado a la tarea de pensar y producir conocimiento. Como filósofa, me entusiasma el potencial crítico y creativo que encontré en el aula, siendo jóvenes no sólo intelectualmente formados (recuerdo que cuando yo era estudiante de 5º año nadie sabía en mi curso quién era Hobbes, Freud, o Rousseau…) sino, por sobre todas las cosas, comprometidos y libres al momento de pensar.
Espero ansiosa el próximo encuentro para que juntos nos miremos la punta de la nariz, o para volver a oír la música de las esferas pitagóricas. Ésta es sin dudas la tarea que nos propone la filosofía: volver a pensar aquellas cosas que, por “naturales”, obvias o cotidianas, dejamos de pensar y simplemente aceptamos. Que mejor modo para empezar a pensar filosóficamente en la escuela que pensar filosóficamente a la escuela.
Muchas Gracias por la bienvenida!!
Daniela Danelinck
Profesora de Filosofía