El lunes 31 realizamos un nuevo encuentro de docentes a fin de reflexionar sobre la propia práctica, revisarla en un trabajo de colaboración con otros colegas y profundizar los desafíos que nos plantean a diario los nuevos escenarios educativos. En esta ocasión trabajamos dos materiales vinculados al tema violencia y escuelas.
El primero de ellos pertenece al Lic. Gabriel Brener, Licenciado en Ciencias de la Educación (Facultad de Filosofía y Letras – UBA), Diplomado en Gestión y Conducción del Sistema Educativo (FLACSO) y docente de la Cátedra Educación II (UBA). Se titula “Violencias, escuelas y medios en tiempos de miedoambiente”.
El segundo corresponde al prestigioso pedagogo francés Philippe Meirieu, quien visitó la Argentina el año pasado, invitado por el Ministerio de Educación.
A modo de ejemplo, problematizamos las siguientes ideas:
“(…) La aceleración de la historia, de la aparición de nuevas tecnologías, nos pone ante problemas inéditos para los cuales no hay ningún catecismo escrito y tenemos que inventar soluciones. Es por eso que la propia parentalidad plantea problemas, porque los padres de hoy no tienen escrito su oficio en ninguna parte; y tampoco existe un lugar donde encontrar soluciones para lo que les plantean sus propios hijos.
Y a esto debe agregarse además, un medio ambiente mediático y comercial que exacerba el infantilismo en la propia sociedad. La publicidad, el conjunto de los medios de comunicación reducen al individuo a la condición de consumidor, que es aquel que está en estado de regresión infantil. El motor de la economía y la sociedad es el capricho, es la pulsión de compra, como dicen los psicoanalistas. El educador debe liberar al chico de eso.
(…) En cierta manera lo que hay de formidable hoy es que vivimos la muerte de los dioses. Vivimos la muerte de los ídolos y estamos en los inicios de la invención de algo que es la posibilidad de un mundo fundado en la cooperación, en la solidaridad, en la confrontación y no en la adoración de ídolos.
Por eso es que no soy nostálgico del pasado. Pienso que hay muy grandes razones para inquietarse por el porvenir, pero también creo que hay muy buenas razones para tener esperanzas. El hecho de que el cielo esté vacío quizás quiera decir que ha llegado el tiempo de los hombres, de que hagan su ley y les enseñen a sus hijos que son los hombres los que hacen la ley, y que la hacen juntos y no por separado. “
Vean las fotos del encuentro