lunes, 30 de junio de 2014

La memoria de la identidad colectiva

Compartido por: Diego Lerner

Proyecto llevado a cabo por por AMIA y llevado a cabo por, entre otras escuelas, el Scholem Aleijem


Los organizadores sostienen que “no podemos permitir que sigan ocurriendo genocidios”.

El proyecto de la AMIA se denomina Testimonios-Eiduiot y busca acercar historias de desaparecidos de la comunidad judía durante la última dictadura a los alumnos de las escuelas judías. Dos mil de los 30 mil desaparecidos pertenecen a la comunidad.












La memoria ocupa un lugar central en la cultura judía. Contar y transmitir es parte de mantener vivo el recuerdo sobre lo ocurrido y construir una identidad colectiva. A partir de esta premisa, la AMIA lanzó el proyecto Testimonios-Eiduiot, que busca acercar las historias de los familiares de desaparecidos judíos durante la última dictadura cívico-militar a los alumnos de la comunidad. “Las escuelas están trabajando en la temática. En julio y agosto se van a hacer las entrevistas en las casas de los familiares, porque ahí uno tiene más cosas para mostrar, un recuerdo o una foto, en un espacio de intimidad”, contó a Página/12 Karina Korob, integrante del Consejo Central de Educación Judía de la República Argentina (Ccejra). Su directora, Batia Nemirovsky, destacó la importancia de este proyecto, ya que para los familiares “es abrir todo el dolor que significa tener a un desaparecido en la familia”.
La iniciativa de la AMIA fue recibida con entusiasmo por parte de los alumnos de la Red Escolar Judía. “Los chicos se presentaron como voluntarios para este proyecto y aparecieron más de los que esperábamos, siempre comprometidos”, aseguró Sandra Szerman, profesora del colegio religioso Talpiot e hija de un sobreviviente del Holocausto. El proyecto fue presentando el 24 de marzo pasado y está destinado a los estudiantes secundarios. Para Diego Lerner, representante del Scholem Aleijem –otra de las instituciones educativas que forma parte de Testimonios-Eiduiot–, el debate y la reflexión tienen que ser promovidos desde la educación. “Hay un sector mínimo que desconoce lo que pasó en la dictadura y otro que lo niega. Y así como niega este genocidio también niega la Shoá. Pero no podemos permitir que sigan ocurriendo genocidios”, sostuvo.
De esta forma, el objetivo del proyecto es derribar los silencios que aún persisten dentro de la comunidad respecto de los crímenes de lesa humanidad ocurridos entre 1976 y 1983. Así lo afirmaron a este diario los familiares convocados a dar su testimonio. “Es importante que los chicos atraigan a los padres a este tipo de charlas. Porque así como hay una generación perdida por la dictadura, siento que hay una generación perdida de padres que no se comprometen para nada”, señaló Benjamín Schwalb. En este punto coincidió Gabriela Yankilevich, cuyas dos hermanas están desaparecidas: “No es una transmisión para que los chicos escuchen y nada más. Siempre termino mis charlas diciéndoles: pregunten. Creo que ésa es la función de la educación. Que los chicos pregunten dónde estaban sus padres el 24 de marzo, que pasó antes de esa fecha. Por qué pasó. Dónde nos agarró el 24 de marzo. En muchas casas no se habla, y es la única forma de sacar esto afuera”. Además, agregó que las dos palabras clave para conocer la verdad son transmisión y destape.
De los 30.000 desaparecidos, 2000 pertenecen a la comunidad judía. En 1980, el rabino Marshall Meyer y el periodista Herman Schiller fundaron el Movimiento Judío por los Derechos Humanos (MJDH), al margen de las instituciones formales comunitarias. Poco antes, en 1977, se había creado la Comisión de Solidaridad con los Familiares de Desaparecidos (Cosofam), que denunció el trato particularmente cruel contra los detenidos judíos. Nemirovsky consideró el proyecto Testimonios-Eiduiot como una forma de abrir las puertas y ayudar a los familiares de desaparecidos. “Desde el año 2004 la AMIA pudo hacer una suerte de mea culpa en representación de la institución. Se trata de trabajar en los ejes de memoria, verdad y justicia. Hizo falta un tiempo de maduración. Muchas veces tiene que darse la conjunción de un tiempo con la persona que está al frente, que cuando asume la conducción de la institución tiene que hacerse cargo de su historia”, apuntó.
Sin embargo, para Vera Vigevani Jarach, integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, destacó que lo ocurrido durante la dictadura “es un tema judío y no judío”. “Hay que enseñar para la vida, para uno y para la sociedad. De hecho la historia nos enseña que aprendemos poco. La historia se nutre de muchas fuentes y ésta es la nuestra. Una vez que pasó una cosa puede volver a pasar. Por eso hay que estar atentos. La educación tiene una parte fundamental en esto. Hay que destapar lo bueno y también lo malo. Ampliar el conocimiento desde la educación a los chicos es un gran avance”, explicó Vigevani Jarach, quien llegó a Argentina escapando de la Italia de Benito Mussolini. Su hija Franca fue secuestrada por los militares argentinos el 25 de junio de 1976. La prueba de que el horror puede repetirse.
Nemirovsky reconoció que los años de la dictadura fueron “muy difíciles para los familiares de los desaparecidos judíos respecto de la permeabilidad que había en las instituciones centrales comunitarias para abrirles las puertas, escucharlos y ayudarlos”. Este proyecto es, sobre todo, una oportunidad para contar en primera persona el sufrimiento que vivieron muchas familias de la comunidad judía en tiempos en que sus voces fueron ignoradas.