Unas palabras sobre nuestra independencia
Escritas por Diego Hanna, alumno de 5º año.
La independencia, una palabra tan alegre en 1816 pero tan incierta hoy en día. Si bien es cierto que desde aquella época no es explícita nuestra dependencia para con otro país, no es posible negar nuestra subordinación en el mundo. Esto es claramente visible en la economía que "manejamos". No creo que la independencia sea absoluta. Dependemos tanto de una deuda con Estados Unidos, como de la política de los países más poderosos y de nuestra precaria industrialización que nos obliga a importar la mayoría de las cosas. Sin embargo reconocemos también la fuerza y la lucha de los ciudadanos argentinos de aquella época gracias a los cuales no dependemos más de un rey autoritario y hoy vivimos en una supuesta democracia donde cada uno de nosotros debe custodiar sus derechos y garantías.
Discurso: Norma L. Barsellini (Kitty), profesora de Inglés.
Se celebra el 9 de julio, uno de los acontecimientos decisivos de la historia del país. Decisivos en cuanto a la no aceptación de un país a estar sometido a la influencia o dominación de otro más poderoso, a través de cualquiera de sus formas: política, militar, informativa, cultural o económica. Decisivos en cuanto a aceptar que nos asiste el derecho, ese orden normativo e institucional de la conducta humana en sociedad, inspirado en los postulados de la justicia.
El 9 de julio de 1816, fue la concreción y definición formal de nuestra existencia como Nación, como Nación Latinoamericana, la conclusión de un sentir que se inició en Mayo de 1810 y que culminó con la Declaración de la Independencia , de los violentos vínculos que nos ligaban a los Reyes de España.
Un día alguien en Tucumán abrió las puertas y el corazón, para que una casa acunara nuestra historia como país. Ese día marcó el inicio de un camino que hoy estamos transitando. La independencia se logró llevando adelante un proyecto deliberado, con fe en el futuro. Ningún país puede ir hacia adelante si no es por la fuerza del espíritu que lo alienta, si no es por la puesta en práctica de los ideales que inspiraron a esos hombres.
Esta Argentina de hoy, no puede relegar ni desprenderse de ese legado, aunque padezca períodos de temor y desorientación, aunque yerre mientras se avanza.
Hoy debemos romper las cadenas de la injusticia, de la mentira, del egoísmo y de la ambición desmedida y luchar por forjar un país más justo y solidario, más fuerte en sus ideales. No es fácil pero tampoco imposible.
Ni azares sorpresivos, ni quebrantos accidentales, ni crisis, ni temor alguno, pueden torcer nuestro destino, ni apagar nuestra fecunda vocación de grandeza, mientras respaldados en la historia, conservemos la fe en el porvenir. Seamos independientes, libres en serio, la libertad es nuestra herencia.